Mi sueño hecho realidad: vivir la sumisión desde la
libertad… sin condiciones, compromisos o límites, regidos solo por la conexión
y el deseo. Ese ha sido tu legado, y ahora que la distancia se interpone
experimento que no hay entrega sin cesión.
Para mí fue un encuentro casual, pero tú me confesaste que
habías estado observándome… y cuándo se dieron las condiciones todo fluyó con
tal intensa naturalidad que te hice sentir mi dueño para luego asustarme y
echarme atrás. Eso te dolió y dudaste de tu buen criterio para conmigo,
mientras yo me escondía en el entretenimiento que encontraba en diversificar
mis frentes.
Pero hay fuerzas poderosas e inexplicables de las que no
puedes escapar, y poco después retomamos la comunicación para descubrir que sin
importar el medio, existía entre nosotros un vínculo más allá de nuestro
entendimiento que dominaba nuestro deseo… y nos encontramos para aderezar con
aromas, sabores y texturas todas esas sensaciones que parecían arrebatarnos la
vida y hacernos resurgir más fuertes y más sabios. Y sin poder evitarlo creció
el afecto y la complicidad.
Y me mostraste tus placeres y perversiones que encontraron
sintonía en mi deseo, pero el miedo lastró mi voluntad y avancé demasiado
despacio. Y en ese camino de conocimiento mutuo y aprendizaje me sentí de nuevo
tuya, esta vez sin dudas, y acepté lucir tu collar (el primero, el único)… y
con ese gesto te entregué una parte de mí que siempre será para ti.
Ahora estás lejos, me has permitido conservar tu collar y me
has recordado que soy libre… y así me siento: libre para jugar, para
experimentar, para gozar, para aprender y enseñar, y estoy dispuesta a hacerlo
sin prestar atención a cierto regusto a deslealtad. La experiencia me dicta que
tras mis fases de monogamia llegan las de promiscuidad, pero sé y siento que
nuestra conexión permanece, por lo que sin importar lo que haga y hasta donde
llegue… no será lo mismo que contigo.